Rompemos con el criterio en el
momento en que el sendero se hace angosto. Déjame reflexionar. Dame una
tormenta que me llene de intemperie. Sólo somos una opinión, un juez, un
escaparate, un avatar, un gesto, un acto, una intención, el instinto, somos
detalles que se escapan por el filo del tiempo. Préstame un pedazo de cielo y
corre. Sellemos ya este acuerdo con un polvo, y dictemos el rumbo del mundo
según osciles tus alas. Al ritmo de tu corazón nacerán millones de campos en
tierra estéril. Y de las palabras que desligaba de su idea, y de las ideas que morían
en calles sin salidas, aprendí, que los sueños queman en el bolsillo, que la
esperanza tiene tu rostro, que la cautela para el miedo, y la mentira para el
necio. Sigamos, perdona que te haya
interrumpido.
Señales de humo del olvido,
revienta la fiesta con la verdad. Enamorada de la liturgia jugaba a ser la perfecta
anfitriona, mientras los demás se dejaban querer. La pulcritud de la palabra
arrasó pueblos enteros y dios se lavaba la cara en el retrete. Una carrera en
la media, unos brazos caídos, sueños de cristal con que brotar a sistemas
mejores. Perfecta sincronía en tu mirada, desvisto tus pensamientos. Rizando el
vértice, convirtiendo los pretextos en una espiral imposible de detener.
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