Entre las brasas de la locura buscaba
sortijas dejándose mecer por la música.
Las palabras que no escribo, que me
guardo, que comparto con mi soledad, con mi silencio, con mi levedad.
No te voy a explicar el final del cuento, me pierden los finales
abiertos. Pero te daré pistas, que no entenderas. El humo se
desvanecía bajo la luz de una bombilla que parpadeaba, y tú te
asomabas desnuda a la brisa que llegaba de la playa, llevabas una
flor en el pelo, y yo desde la cama te miraba absorto intentando
sostener la belleza del instante, pero el tiempo inclemente y sordo a
mis suplicas siguió su camino, sin detenerse a mirar. La noche se
acercaba lentamente como un amante paciente acariciando tu cuerpo.
Regalo mi realidad y me encojo de hombros. Abriste la ventana y...