El camino equivocado que
busca su propio destino. Despierto a un mundo mudo, ante la
inclemencia de las palabras que no logro pronunciar, estiro mis
brazos hacia ti, para ser tu esclavo, lejos del cielo. Desato los
silencios para alzarme en un grito de impotencia montado en mi
carruaje ante los caballos desbocados de mi corazón. Estructura de
cristal que sostiene mis emociones en un equilibrio precario. Resurjo
en la pelea, porque aunque tragues agua has de seguir nadando. Que
destreza la del titiritero ebrio que sueña con mi vida. El nudo se
cernía con fuerza alrededor de mi cuello, juzgado y sentenciado,
culpable de intentar cumplir sus sueños.
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