Un chillido eterno y cortante marcaba el camino a seguir.
Detuvo el metrónomo mientras yo me asomaba a su interior. Han perdido el séptimo
sello, (pero no se lo digas a nadie). Y la mente se derramo sobre el papel. La
muerte se mostró en todas su formas, con un toque amanerado me hizo señas con
el dedo de que me acercara. Desbordado por las inquietudes, me limito a
reconstruir mi mundo mientras el resto muere. Superando las expectativas de
edad que me pronosticaron disfruto del tiempo de regalo. Y, a veces, escribo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada